Un análisis reciente indica que los jóvenes que usan cigarrillos electrónicos tienen entre 2,7 y 6 veces más posibilidades de consumir marihuana y entre 4,5 y 6,7 veces más probabilidades de beber alcohol en comparación con aquellos que no utilizan vapeadores. La investigación, fundamentada en revisiones científicas de diversos países, alerta sobre la conexión entre el empleo de vapeadores y episodios de consumo excesivo de alcohol, conocidos como “atracones”, y subraya la urgencia de establecer políticas públicas para restringir el acceso de menores a estos productos.
Investigación internacional respalda los riesgos del vapeo en jóvenes
El artículo, lanzado en la publicación Tobacco Control, compiló la más sólida evidencia científica acerca de los impactos del vapeo en los jóvenes. Los expertos del Reino Unido, provenientes de la Universidad de York, la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y la Royal Free London NHS Foundation Trust, llevaron a cabo un análisis integral de 56 revisiones sistemáticas divulgadas en los últimos diez años.
El análisis incluyó datos de adolescentes y jóvenes de países como Estados Unidos, Reino Unido, Australia, México, Rusia y China, lo que permitió evaluar el impacto del vapeo desde diferentes contextos sociales y culturales. Los resultados mostraron que vapear se asocia no solo con la experimentación de marihuana y alcohol, sino también con patrones de consumo intensivo y riesgos para la salud respiratoria y neurológica.
Qué implica el vapeo y cómo impacta en los jóvenes
El vapeo consiste en inhalar un aerosol generado por cigarrillos electrónicos, conocidos como vapeadores, que funcionan mediante un líquido especial llamado e-líquido. Este líquido puede contener nicotina y diversos sabores, y al calentarse produce un aerosol que se inhala.
El atractivo visual de los dispositivos, los sabores llamativos y los diseños similares a bolígrafos o gadgets tecnológicos facilitan su adopción entre adolescentes, quienes acceden más fácilmente a estos productos que al tabaco tradicional. Sin embargo, el aerosol contiene partículas y sustancias químicas que no solo afectan los pulmones, sino que también pueden tener efectos nocivos en otros órganos.
Las organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han señalado que el vapeo no es seguro ni inofensivo, y su uso podría causar problemas respiratorios y elevar la susceptibilidad a consumir otras sustancias.
Relación entre el uso de vapeadores, alcohol y cannabis
La revisión global realizada por los investigadores británicos identificó una relación consistente entre el uso de cigarrillos electrónicos y la experimentación con marihuana y alcohol. Según el estudio, los adolescentes que vapean presentan mayor frecuencia de atracones de alcohol y son más propensos a iniciarse en la marihuana, un patrón que se repite en distintos países y grupos poblacionales.
Los autores explican que el vapeo, el alcohol y la marihuana suelen aparecer conjuntamente, cumpliendo funciones sociales y psicológicas similares, lo que aumenta la vulnerabilidad de los jóvenes frente a conductas de riesgo. Además, se constató que estos patrones se relacionan con problemas respiratorios como asma, daños en la salud bucal y posibles alteraciones del desarrollo neurológico.
Recomendaciones y medidas preventivas
Los investigadores subrayan la necesidad de implementar políticas públicas que restrinjan la promoción y venta de vapeadores a menores, dado que la industria dirige estrategias de marketing hacia este grupo etario. El doctor Ricardo Pautassi, investigador del Conicet y profesor universitario en Argentina, señaló que los hallazgos aportan evidencia sobre la relación entre vapeo y patrones de consumo intensivo de alcohol, un comportamiento frecuente y peligroso en adolescentes.
Los expertos concluyen que el vapeo no puede considerarse un sustituto seguro del cigarrillo tradicional y que su uso aumenta la probabilidad de probar otras sustancias, así como de desarrollar problemas de salud respiratoria y neurológica. La evidencia científica disponible respalda la necesidad de proteger a la población joven del acceso a estos productos y de generar campañas de concientización sobre sus riesgos.